Una máquina de placer – así es como la mayoría de nosotros trata su cuerpo. La mayoría de la gente lo mantiene vivo para que pueda disfrutar de los placeres corporales. La razón por la que la mayoría de nosotros queremos tener, digamos, una lengua es porque con ella podemos probar diferentes sabores. La razón por la que la mayoría de nosotros queremos tener órganos sexuales es para poder disfrutar de sensaciones eróticas que culminan en un orgasmo. También queremos tener ojos, nariz y oídos para poder ver, sentir y oír cosas que nos den placer. La mayoría de nosotros – ricos o pobres, educados o no, civilizados o no – luchamos por la satisfacción de nuestros sentidos.
Esto es el resultado de una identificación errónea con el cuerpo. Si nos identificamos con nuestro cuerpo trataremos de satisfacer sus necesidades y deseos. Pensaremos: “Yo soy el cuerpo y quiero ser feliz, quiero placer.” Así que trataremos de satisfacer nuestro vientre, lengua, genitales, oídos, ojos, nariz, etc., creyendo que esto nos traerá la deseada satisfacción interior y felicidad.
Pero complacer los sentidos no da satisfacción. Esta es otra prueba más de que no somos el cuerpo. No importa qué placeres corporales experimentemos, no lograremos la satisfacción interior.
La gente a menudo se esfuerza tanto en encontrar la felicidad a través de sus sentidos que tratan de complacer varios de ellos a la vez. Ven la televisión, al mismo tiempo que escuchan la radio, comen patatas fritas, beben cerveza y fuman cigarrillos. Abrazan a su pareja. También es bueno tener algunas revistas al lado a las que puedes echar un vistazo cuando en la tele aparezcan los anuncios. De esta manera intentan satisfacer cada uno de sus sentidos, pero no se sienten satisfechos: todavía quieren algo más.
Podemos comer hasta que nos duela el estómago y, sin embargo, ¡vamos a querer más! Incluso si el dolor se vuelve insoportable todavía querremos más, porque nosotros, el yo, no está lleno. El hecho de que todavía podamos sentir el vacío, aunque las necesidades del cuerpo y sus deseos hayan sido satisfechos prueba que nosotros no somos un cuerpo.
Una mirada a la vida de personas ricas y famosas que han tenido más oportunidades que otras para satisfacer sus sentidos revela la misma verdad. Los ricos y famosos tienen suficiente dinero, poder e influencia para estar donde quieren estar en su búsqueda de la felicidad y hacer lo que quieren hacer. La gente común suele envidiar estas oportunidades. Sin duda, la mayoría de ellos piensan que los que lo tienen todo son felices, por lo que los menos adinerados tratan de cambiar su estatus.
De hecho, el pensamiento de “gente rica y feliz” que se ha asentado en la mente de la mayoría de la gente es otra ilusión más. El dinero facilita la satisfacción de las necesidades de los sentidos, pero no proporciona una verdadera felicidad o satisfacción.
Muchos son los ejemplos de personas ricas y famosas que, a pesar de todos los placeres experimentados han caído en una depresión tan grande que han decidido quitarse la vida. La lista de los que acabaron en hospitales psiquiátricos es aún más larga. De hecho, el sentimiento de vacío y falta de propósito, frustración y ansiedad que atormenta los corazones de cientos de millones de personas pudientes es un fenómeno común en los países ricos de Occidente. La gran mayoría de los habitantes de los países ricos tratan con todas sus fuerzas de satisfacer sus sentidos y siguen siendo infelices, a pesar de tener el máximo de posibilidades. El gran y cada vez mayor número de alcohólicos y drogadictos, y el creciente número de divorcios y suicidios, son la prueba de esta desgracia.
Así, incluso si satisfacemos todas las necesidades que nuestro cuerpo tiene actualmente y le proporcionamos un número infinito de placeres corporales, todavía no lograremos la satisfacción. Como los Rolling Stones, esos ricos hedonistas, siguen cantando: “I can’t get no satisfaction” (No puedo conseguir ninguna satisfacción).
Si el cuerpo fuera el yo, la satisfacción de los sentidos daría la verdadera satisfacción; si el cuerpo fuera el yo, y sus deseos se complacieran, entonces tú, el yo, te sentirías plenamente satisfecho. Si la persona o el yo fuera una creación material, entonces la materia (satisfacción material) sería una fuente de satisfacción para ella. La vida hedonista conduciría a la satisfacción perfecta, a la plenitud y a la felicidad, y no a la decepción, al vacío y a un sentido de falta de propósito que ahora se puede observar entre las naciones que tienen un alto nivel de desarrollo material.