Hay dos categorías de sonido. Estamos rodeados de sonidos toda nuestra vida. Estamos bombardeados por sonidos. Algunos son muy atractivos, otros no. Los sonidos de la naturaleza por su composición son muy atractivos, incluso los sonidos más violentos de la naturaleza, como las tormentas eléctricas, tienen una cierta atracción. El sonido del mar, el sonido de las cascadas, el sonido de los pájaros cantando. Muy atractivo, muy relajante, muy tranquilizador. Puedes comprar sonidos de la naturaleza grabados para relajarte, funcionan.
Luego están los sonidos creados por el hombre. El sonido de la maquinaria, el tráfico, las alarmas de los coches; todo ese tipo de sonidos. No son atractivos. El sonido del camión de la basura a las 5 de la mañana. En todo el mundo el basurero siempre llega temprano. Nuestros despertadores, tampoco son tan excitantes, especialmente cuando es el despertador de otra persona. Sin embargo estamos expuestos a todos esos sonidos. Y eso está en la categoría de sonido material, viene de una fuente material y tiene un origen material.
Por supuesto, el sonido es necesario, nos comunicamos con el sonido, aprendemos por el sonido. Es muy significativo que el primer sentido que el cuerpo desarrolla mientras se está todavía en el útero es el sentido del oído. Y el último sentido que se apaga al salir del cuerpo es el sentido del oído. Así que tenemos el máximo tiempo para oír. Todo esto es por una disposición divina.
Pero el sonido que oímos va a tener un cierto efecto. El sonido puede crear o puede destruir. El sonido es fascinante y puede afectar nuestro estado de ánimo. Un tipo de música establece un cierto estado de ánimo, una cierta emoción, un cierto sentimiento. Y otro tipo de sonido establece otro estado de ánimo, emoción, sentimiento. Es un medio increíblemente poderoso. Así que tenemos un constante contacto con el sonido material. Y tiene su efecto material, sea cual sea.
Pero hay otra categoría de sonido. Y éste se conoce como sonido trascendental. Trascendental significa trascendente, o más allá del reino material. Más allá del reino material está el reino espiritual, el reino trascendental. Y también está lleno de sonido, pero de sonido espiritual. Y esto es sonido puro.
El sonido material está contaminado. Y debido a esta condición contaminante, nos contamina de varias maneras, afecta a nuestra conciencia. La conciencia es tan importante: ¿qué es nuestra conciencia? La conciencia es un síntoma del alma. El espíritu es eternamente consciente, atento. Pero en el mundo material, debido a la presencia de la atmósfera y el sonido material, nuestra conciencia se contamina materialmente. Esto es antinatural para el alma. Esto es antinatural para la vida. Pero en el mundo material es nuestra realidad.
En el mundo espiritual, como decía, también hay sonido. Pero es un sonido puro, no contaminado. Tiene un efecto purificador. Así que cuando ese sonido desciende del reino espiritual al mundo material, trae consigo esa potencia pura y se pone a nuestra disposición. Viene en forma de mantras. Así que estos mantras son ese sonido trascendental.
Todo se origina en el Señor Supremo. Y todo lo que viene del Señor Supremo es puro. El sonido trascendental se origina en el Supremo y trae consigo la pureza Suprema. Y en el nivel más alto de comprensión, se sabe que no es diferente del Supremo. Así que cuando contactamos con ese sonido, tenemos contacto con el Señor Supremo.
Cuando escuchamos ese sonido, ese sonido entra en nuestros oídos porque es el sentido de recepción del sonido, y viaja por la vía mecánica hasta el cerebro. Pero, ciertamente, no se detiene ahí. Va al nivel sutil, la mente. Pero, de nuevo, no se detiene allí. Continúa hasta el corazón donde nosotros, el alma espiritual, estamos alojados.
Y nos purifica, purifica nuestro corazón. Limpia la contaminación de toda esta contaminación material. Y, como resultado de esto, gradualmente nos volvemos más y más purificados. ¿Purificados de qué? Purificados del karma, purificados de la ilusión, purificados de nuestra naturaleza rebelde, purificados de nuestra arrogancia, nuestro orgullo, nuestra avaricia, nuestros celos; todos estos contaminantes que nos cubren.
Y a medida que se eliminan, la verdadera naturaleza del alma comienza a manifestarse. La verdadera condición pura del alma es una condición de humildad y respeto, tolerancia, perdón, paz y amor. Todo está ahí. Todo está debajo de la contaminación. Y cuanto más se elimina la contaminación, más comienza a brillar.
Un diamante es siempre un diamante en todo su esplendor. Pero puedes cubrirlo con capa tras capa de barro y ese brillo desaparece. Ni siquiera sabes que el diamante está ahí. Pero sigue ahí. Y si gradualmente limpias la contaminación, las capas de barro se vuelven más brillantes.
Y si continúas eliminando la contaminación, quitando las capas de barro, el brillo comienza a revelarse. No es como si viniera de otro lugar, siempre estuvo ahí. Todo lo que necesitaba era una oportunidad para brillar.
Así es con cada uno de nosotros. Ya está ahí. Pero todo lo que necesitamos es una oportunidad de brillar, de resplandecer, de irradiar la luz de la paz, el amor y la armonía. Los mantras hacen esto una realidad. Un sonido trascendental. Esta es la avenida de la perfección. En la era en la que vivimos ahora, conocida como Kali yuga, es el proceso recomendado para la perfección espiritual.
Está confirmado en las antiguas escrituras védicas de hace miles de años. Y la última encarnación del Señor Supremo, el Señor Gauranga, lo proclamó. Así que está totalmente establecido por todas las autoridades que esto es lo que necesitamos, esto es lo que nos falta en la vida.
Creemos que nos falta esta u otra cosa material, esta relación, esta oportunidad, este negocio, esta educación, lo que sea. Pero no es lo que nos falta. Lo que nos falta es esta conexión espiritual. Y los mantras son esa conexión.
Se ha declarado que los mantras son el medio de la perfección y el fin de la perfección. En el camino hacia la perfección, los mantras son el vehículo. Nos transportan al reino espiritual. Cuando llegamos al reino espiritual, los mantras son el fin. No es como si subieras una escalera a la cima del techo, “Ahora estoy aquí. ¡ Ya no necesito una escalera!” Son el medio y el fin. Son el amor personificado para aquellos que tienen la visión y la percepción para comprenderlo.
Y vienen a nosotros para nuestro beneficio. El Señor Supremo lo arregla para que tengamos un acceso más fácil. Todo lo que tenemos que hacer es renunciar a nuestra arrogancia y aceptar el regalo. Somos arrogantes, “¡No quiero el regalo! ¡No lo necesito!” Tenemos que acabar con eso; es parte de la contaminación. Acepta el regalo: “Muchas gracias”.
¿Y cómo lo aceptamos? Recepción oral. Escuchamos el sonido. Lo soltamos, dejamos que penetre en nuestro corazón, y lo devolvemos. Ves, no es una calle de un solo sentido: sólo lo recibimos y eso es todo. No. Recibimos y lo devolvemos. Y eso completa el circuito. Y eso completa la relación. Y nos transporta al reino espiritual. Esta es la realidad del mantra. Esta es la perfección de la meditación.
Se habla de la meditación: sentarse en silencio, vaciar la mente, meditar en la respiración, meditar en la llama de una vela, lo que sea. Pero no hay potencia. Meditar en la llama de una vela puede ser todo lo que queremos, pero aquí no hay potencia, no hay efecto purificador. ¿Veis? Podemos hacerlo. Tal vez podamos ser tan buenos en ello que todo lo que soy es la llama de la vela, me convierto en la llama de la vela. Entonces, ¿en qué nos hemos convertido? Una llama de vela. Gran cosa. Felicitaciones, ¡eres una vela! No hay potencia.
Sabes, he pasado mucho tiempo meditando sobre cosas de la naturaleza como los amaneceres. Y te sientas, estás en un lugar perfecto para saludar al sol justo cuando sale del horizonte. Y rápidamente surge del mar y se convierte en una gran bola roja y estás completamente concentrado en ella.
¿Pero cuánta felicidad hay allí? ¿Cuánta potencia hay? No es una verdadera potencia espiritual. Es un atractivo fenómeno material. Tiene su efecto material, está claro que lo tiene, definitivamente sientes la energía, sientes la potencia material, pero es material. Somos espíritu, no somos materiales. Así que sólo tiene lo que tiene, es muy limitado.
Los mantras, el sonido trascendental, son ilimitados, tienen potencia espiritual. Van a donde estamos nosotros, al corazón. Así que ésta es la perfección absoluta de la meditación. Tal y como se declara en todas las enseñanzas védicas y como lo declaró el Señor Supremo, y como lo experimentaron todos los grandes sabios y santos que han aplicado esta enseñanza en su vida y han logrado la perfección.
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